En Anoeta no le anularon ningún acierto por fuera de esparcimiento y los dos que firmó fueron dos obras de arte, el primero sentando a Zubeldia y un misil cruzado y en el segundo engañando a Remiro: cuando parecía que se la iba a mandar por el palo extenso, se https://frederickc197zgo3.blogscribble.com/profile